¿Callar o no callar?
Notas antropológicas sobre cómo decir elegantemente:
No te metas con nosotros
Por: Carlos Escalona Villalonga - Josmar Cruz Izaguirre
Colaboración: Carolina Barreiro - Nashla Báez
Antes de comenzar estas notas nos gustaría pedirles o suplicarles a los lectores –ya entenderán por qué lo decimos - que entren al siguiente enlace (Calzadilla: Los grandes arqueólogos son los que se encuentran en las comunidades), lean con calma y disfruten la lectura. Ahora, lean de nuevo el párrafo en
negrilla. Estas fueron las declaraciones del Ministro del Poder Popular para la Cultura, historiador y egresado dela Universidad Central de Venezuela,
quien, suponemos, tiene un conocimiento amplio delos alcances éticos y profesionales que [de quienes] estudian la cultura desde diferentes ángulos.
Repasemos de nuevo el tan mencionado párrafo, paso por paso:
1. “…la ciencia debe estar de la mano con el pueblo, porque éste es quien brinda el conocimiento popular al científico”. Estamos plenamente de acuerdo con esto. Más allá de que sean culturas separadas por cientos de años de “desarrollo”, la comunidad es quien construye su memoria histórica, muchas veces de forma independiente a lo que dice el arqueólogo y/o el especialista. Por otro lado, a menos que sea una expedición tipo Hollywood a un sitio inhóspito, es básicamente la comunidad quien recibe al arqueólogo y le orienta etnográficamente.2. “…la gente de las localidades, específicamente en esta región, han realizado excavaciones y hecho sus hallazgos, lo cual los convierte en profesionales también…”.Pensemos, ¿estamos al tanto de en qué forma se han hecho dichos hallazgos? ¿Conocemos en dónde están dichas piezas? ¿Se realizó un registro detallado del contexto de dónde fue extraída? ¿Están esas piezas exhibidas en la sala de una casa o peor, en un museo con todas las de la ley? Lamentablemente, la respuesta a estas interrogantes es no, respectivamente a las tres primeras y, mucho más lamentable, la respuesta a la última es un escalofriante sí.
Retomemos de nuevo la última frase, suena como un eco en nuestra mente. “…lo cual los convierte en profesionales también…”. Capaz al lector le produzca
gracia esta, para nada, ética frase de nuestro ministro. Sí, imagino que alguno habrá reído pícaramente y otros habrán mostrado una expresión de
asombro. Nosotros les vamos a decir quiénes no ríen al leerla. La gran cantidad de arqueólogos/antropólogos profesionales que saben las graves
consecuencias de estas declaraciones. Consecuencias desfavorables para el desarrollo de la disciplina en el país y la reconstrucción del pasado de los
venezolanos, si se mal interpretan las palabras de Calzadilla. He ahí el meollo de este asunto, es delicado afirmar que personas que desconocen de
nuestros métodos y técnicas puedan ser consideradas profesionales, y esto por no hablar de quienes podrían estar interesados en cuidar el patrimonio de
sus comunidades, pero desconocen cómo hacerlo, porque con frases como esa se podría dar carta abierta a individuos inescrupulosos que sólo desean
obtener el beneficio económico con el tráfico de piezas arqueológicas.
Basándonos en las malinterpretaciones que pueden surgir en base a estos comentarios, podríamos preguntarle al Ministro Calzadilla ¿Qué opinaría usted
si un archivo que resguarda los documentos de siglos pasados estuviera a cargo de personas que desconocen sobre técnicas de conservación, manejo,
archivado y fichaje? La arqueología no es un juego, es una disciplina seria y establecida, podemos aceptar que el origen de la misma se dio bajo
condiciones en las que, muchos coleccionistas y viajeros, se dieron a la tarea de extraer sin ninguna precaución piezas antiguas para su venta a
exhibiciones privadas, pero la misma crítica surgida de nuevos discursos nos ha llevado, aún ahora, a crear cada vez más herramientas para, extraer,
tratar, clasificar e interpretar la cultura material con los cuidados necesarios.
Como profesionales de una carrera multidisciplinaria hemos aprendido a ser solidarios y aprovechar los beneficios que nos ofrecen las comunidades y
todas las áreas del conocimiento, incluyendo las humanidades. No creemos que esas declaraciones sean solidarias con nuestra disciplina ni con nuestras
premisas académicas, decidimos no callar y por lo tanto las rechazamos rotundamente. La reconstrucción del pasado debe estar en manos de personas
preparadas para ello, bajo lineamientos objetivos y precisamente académicos, sin demeritar el aporte de las comunidades a nuestra ciencia y sin
apoyarnos en ninguna tendencia política.
El mal uso de nuestra disciplina puede traer consecuencias terribles en contra de nuestro patrimonio cultural e histórico. Entre los principales
peligros de destrucción que corre la evidencia arqueológica, según la Legislación Chilena Relativa a Patrimonio Cultural, tenemos, por un lado, a los
saqueadores que, a través de una experiencia adquirida por la sistemática profanación de tumbas, logran robar piezas de gran valor a costa de muchas
tumbas cuyos objetos han sido destruidos y su información se ha perdido irremediablemente. También, el egoísmo de coleccionistas, que pagan inmensas
sumas por poseer objetos invaluables en sus manos, robando a la comunidad el derecho de apreciar y entender algo que nos pertenece a todos y
obstruyendo la investigación científica.
Sumado a esto, está la ignorancia de excursionistas o turistas, que recogen todo tipo de objeto desde los sitios arqueológicos. Desde los más mínimos
"recuerdos", hasta las excavaciones ilegales. Por la mera emoción de encontrar "algo" destruyen sistemáticamente la información que es necesario
conservar para que futuras investigaciones aporten al panorama que tenemos del pasado. También, la desidia de cualquier ciudadano, que no informe a los
profesionales o instituciones correspondientes sobre el hallazgo o saqueo de sitios arqueológicos. Por último y no menos importante, el descuido de una
serie de profesionales ligados al turismo, educación e investigación que deterioran los sitios arqueológicos con suciedad, malos manejos de la
evidencia e inadecuadas prácticas en sus investigaciones.
Nos hemos dado a la tarea de pensar, además, en los grandes daños que se han producido por el uso antiético, subjetivo y hasta político de la
Antropología y de la Arqueología en tiempos pasados y no tan pasados, así como el descuido presente en importantes sitios arqueológicos gracias al
desconocimiento. Les presentamos los siguientes ejemplos:
Para finalizar, nos gustaría comentar los Principios éticos del profesional en arqueología de la Asociación de Arqueólogos Profesionales de la
República Argentina.
Primer principio: el registro arqueológico, constituido por el material y los sitios arqueológicos en su localización original, las colecciones arqueológicas y los informes y registros, es irremplazable. Es responsabilidad de todos los arqueólogos trabajar para la conservación a largo plazo y la protección del registro arqueológico.Segundo: la investigación arqueológica responsable incluye todos los niveles de la actividad profesional, requiere un reconocimiento de responsabilidad pública y un compromiso para hacer un esfuerzo razonable y honesto, y para consultar activamente con grupos afectados, con el objetivo de establecer una relación de trabajo que pueda ser beneficiosa para todas las partes involucradas.Tercero: la comercialización de objetos arqueológicos - su uso como mercancías para ser explotadas en usufructo o beneficio personal - resulta en la destrucción de sitios arqueológicos y de información contextual que es esencial para comprender el registro arqueológico. Los arqueólogos, por lo tanto, no deben estar involucrados en la compra y venta de vestigios arqueológicos. Deben respetar los principios básicos que hacen a la conservación y restauración de sitios y piezas arqueológicos. Los arqueólogos deben arbitrar los medios para tratar de que las colecciones particulares queden en instituciones nacionales públicas, o fácilmente disponibles para el estudio científico y la exhibición pública.Cuarto: los arqueólogos deberían participar en esfuerzos cooperativos con otros interesados en el registro arqueológico con el objetivo de mejorar su preservación, protección e interpretación.Quinto: Dada la naturaleza destructiva de muchas investigaciones arqueológicas, los arqueólogos deben asegurarse de tener entrenamiento adecuado, experiencia, facilidades, y todo otro apoyo necesario para conducir cualquier programa de investigación que inicien, de modo consistente con los principios precedentes y normas contemporáneas de la práctica profesional.
Esperamos que con esta carta podamos inducir al lector a una profunda reflexión, no sólo sobre los efectos que pueden tener palabras y el poder de los
discursos, sino también sobre la importancia de nuestra disciplina, generalmente ignorada por muchos. Reconocemos que parte de nuestra labor debe ser
dar a conocer los procesos y resultados de nuestras investigaciones, de forma amena e interesante, pero también como individuos de una comunidad
debemos preocuparnos conocer nuestro pasado y el trabajo. Además, se necesita de mucho esfuerzo conjunto y recursos para que nuestras investigaciones
cobren cada día mayor importancia y lleguen cada día a más gente.
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