El mayor templo Azteca sigue dando sorpresas en el corazón de México
En el último lustro los arqueólogos mexicanos han
encontrado varias obras importantes que se conocían sólo por documentos
coloniales.
El templo mayor de Tenochtitlán, la capital del imperio azteca,
sigue arrojando sorpresas de su antigua gloria, cinco siglos después de
haber sido sepultado por la conquista española y por el paso del tiempo
en la actual Ciudad de México.
En el último lustro los arqueólogos mexicanos han encontrado una escultura monumental y un gran basamento, estructuras de una escuela sacerdotal y un templo, entre otros vestigios de los que se conocía sólo por documentos coloniales.
El más reciente es el Cuauhxicalco, un incensario de gran tamaño, hallado en septiembre. Está decorado con cabezas de serpientes y tuvo relación con el culto a Huitzilopochtli, señor de la guerra.
En el último lustro los arqueólogos mexicanos han encontrado una escultura monumental y un gran basamento, estructuras de una escuela sacerdotal y un templo, entre otros vestigios de los que se conocía sólo por documentos coloniales.
El más reciente es el Cuauhxicalco, un incensario de gran tamaño, hallado en septiembre. Está decorado con cabezas de serpientes y tuvo relación con el culto a Huitzilopochtli, señor de la guerra.
"Se cree que en él eran incinerados los Tlatoanis (emperadores
aztecas). Allí pudieron haber sido cremados Axayácatl (1469-1481) y
Tizoc (1436-1487)", dijo a dpa Raúl Barrera, responsable del programa de
Arqueología Urbana del Templo Mayor.
Para comprobarlo aún falta dar con las urnas, aunque los
especialistas temen que las construcciones o modificaciones sobre el
lugar hayan dañado éstos y otros valiosos testimonios que permitirían
armar el rompecabezas histórico.
El propio Cuauhxicalco fue parcialmente atravesado por un drenaje
construido a inicios del siglo XX, que quizás destruyó algunas huellas
del Panquetzaliztli, festividad para celebrar el cierre de un ciclo y la
llegada de otro, en la que se quemaban banderas y una serpiente de
papel.
Según Fray Bernardino de Sahagún, el templo mayor estaba conformado
por 78 edificaciones. Hoy en día, gran parte de él permanece oculto bajo
el centro histórico de Ciudad de México, transitado diariamente por
miles de personas que se desplazan entre los pesadísimos edificios
coloniales.
Por eso, siempre que se excava en esa zona, se tiene certeza de
hallar algún vestigio. Así sucedió en octubre de 2006, cuando un
monolito de la diosa azteca de la tierra, Tlaltecuhtli, fue rescatado de
su reino bajo el predio que ocupó la Casa de las Ajaracas.
"Moctezuma II (1503-1520) mandó hacer esta lápida mortuoria para su
antecesor y tío, Ahuizotl (1486-1502)", dijo a dpa el arqueólogo emérito
Eduardo Matos Moctezuma poco después del espectacular hallazgo.
Cerca del sitio donde estaba la escultura, de 4,17 por 3,62 metros,
se han encontrado 31 ofrendas con textiles, vasijas, adornos y otros
objetos dedicados a esta deidad femenina en posición de parto, mitad
humana, mitad animal, con garras y rizos, símbolo de terror y muerte.
Su hallazgo permitió dar con una cámara mortuoria y otros indicios
que sugieren la existencia de sepulcros de gobernantes mexicanos al pie
del templo mayor.
En 2006 también, al iniciar una obra para ampliar el Centro Cultural
de España en México, los obreros se toparon con lo que ahora se sabe era
parte del Calmécac, la escuela donde los nobles aztecas se preparaban
para el sacerdocio.
La edificación data de dos periodos, de 1486 a 1502 y de ese año a
1521, fecha de la caída de Tenochtitlán. En ella, los jóvenes recibían
una severa instrucción sobre cantos, astronomía, artes, escritura e
interpretación de códices.
A unos metros del Calmécac se erige el templo de
Ehécatl-Quetzalcóatl, el dios del viento. Fue hallado en 2010 y presenta
una forma circular a la que se han dado dos posibles interpretaciones.
"Una, por la relación de esta forma con el viento o porque representa
una serpiente enroscada, ya que según las crónicas se entraba a él a
través de las fauces de una serpiente con colmillos", explicó Barrera,
que ha estado al frente de éste y otros hallazgos en la zona.
En estos días los arqueólogos recuperan un piso de lajas ubicado a un
costado del Cuauhxicalco, a las faldas del templo mayor. Están labradas
con imágenes de un escudo de guerra, serpientes, elementos del agua, un
cautivo y un personaje con cetro.
Para los especialistas, en ciertos casos, estos descubrimientos
vienen a corroborar las fuentes históricas como códices y crónicas, pero
sobre todo muestran aspectos interesantes de la cosmovisión azteca, por
ejemplo la relación de los edificios entre sí, en cuanto a ubicación o
simbolismo.
Fuente:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En +Antropología estamos sumamente agradecidos de tu participación y comentarios, además de invitarte a contactarte directamente con nosotros a través de nuestro Correo electrónico masantropologia@gmail.com o nuestro Twitter @MasAntropologia. Si deseas que publiquemos algo de tu autoria o recomendación, por favor, haznoslo llegar por estas vías, con tus datos de contacto. Lo integrantes del grupo revisaran tu información a la brevedad posible para su debida publicación. Gracias por seguirnos y colabor con este proyecto de difución Antropológica.