La 'caja negra' de los fenicios
 - El IAPH restaura un altar fenicio de 2.700 años hallado en Coria del Río
 - La restauradora dice que la pieza era 'una caja negra' por su información
 - Los tartessos incineraban vísceras de caprinos con encinas y alcornoques
 - El sacrificio no se efectuaba en el altar, sino en una estancia apartada
 - Aún están por concluir la búsqueda de ADN de los constructores del altar
 
Arqueólogos, biólogos, botánicos y restauradores del Instituto 
Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) han extraído información de un 
altar fenicio del siglo VII antes de Cristo, hallado en Coria del Río 
(Sevilla), como si fuese "una caja negra" que ha conservado restos 
biológicos durante 2.700 años.
Los restos hallados en la tierra arcillosa prensada con la que se 
construyó este altar de 90 centímetros de largo por 60 de ancho y 45 de 
altura y casi media tonelada de peso ha revelado que los rituales 
fenicios efectuados por los tartesios incluían la incineración de vísceras de caprinos, empleando maderas de encinas, alcornoques, chaparros, olivos y jaras.
Del interior del altar se han extraído igualmente diversas muestras de polen y de cristales de oxalato,
 que producen algunas especies vegetales sometidas a estrés, restos de 
pino y encina y piedras que habían estado en el interior del intestino 
de una cabra.
Aún están por concluir la búsqueda de ADN de la grasa de las manos 
del constructor o constructores del altar, un rastreo del que no existe 
precedente y que se efectúa con ayuda de especialistas de la Universidad
 de Upsala (Suecia).
Sin monumentalidad, pero con información
El director general de Museos de Andalucía, Miguel Castellano, ha señalado que aunque el altar carezca de "monumentalidad, estética o belleza" es un hallazgo importante
 por la información que ha propiciado sobre los ritos al dios Baal y la 
información aportada sobre la cultura tartesia y fenicia.
De ahí que el equipo investigador que se ha hecho cargo de su 
investigación lo haya calificado de "caja negra" por la cantidad de 
información que contenía la tierra prensada de su interior, según ha 
explicado a los periodistas la restauradora de la pieza, Ana Bouzas.
La directora del Museo Arqueológico de Sevilla, Concepción Sanmartín,
 ha expresado la emoción que le produce esta pieza ahora restaurada y 
que se mostrará en el Arqueológico de Sevilla, en una nueva sala 
dedicada al Tesoro del Carambolo y la cultura tartésica.
Otros dos altares en la Península
Sanmartín ha asegurado que, en toda la Península, sólo existen otros 
dos altares similares, el del Carambolo y el de Cancho Roano (Zalamea de
 la Serena, Badajoz), y que el estudio de este de Coria ha permitido 
determinar que el sacrificio no se efectuaba en el altar, sino en una 
estancia apartada.
También que las vísceras y carne de animales se ofrecían ya asadas,
 probablemente en bandejas metálicas, ya que no se han hallado 
microcarbones, lo que elimina la posibilidad de combustión sobre el 
altar.
La tierra arcillosa prensada o adobe con la que fue construida tanto 
la base del altar como sus paredes era "tierra virgen", que el 
constructor extrajo a cierta profundidad, por lo que si se lograra 
extraer su ADN se podría obtener información sobre su procedencia, lo 
que, según Sanmartín, ayudaría a aclarar la relación entre fenicios 
procedentes de Oriente Próximo y población autóctona o tartesia.
Hallazgos como el de este altar demuestra, según Sanmartín, que los 
fenicios y la población autóctona convivían también en el interior de la
 Península y no solo en las costas, como se pensó durante años.
Tras cinco o seis generaciones de convivencia, como han demostrado 
otras investigaciones sobre cerámicas y orfebrería, Sanmartín ha 
señalado que quizás habría que hablar sólo de tartesios, por la 
integración de los fenicios.
La nueva sala del Arqueológico
La nueva sala del Arqueológico sevillano estará lista en enero y el 
altar ayudará a contextualizar el Tesoro del Carambolo, del que 
Sanmartín ha señalado que si se trata de un tesoro "no es porque tenga 
2.700 años de antigüedad y sean tres kilos de oro" sino por lo que 
revela de la cultura tartesia.
El altar fue hallado en 1997 en el casco urbano de Coria del Río por 
el arqueólogo José Luis Escacena, y entonces fue extraído tal y como fue
 hallado, fracturado en dos partes, por la mitad, si bien con la tierra 
acumulada en su interior intacta.
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