La ciencia como generadora del pensamiento religioso
“Si nuestro despertar a la 
consciencia de una realidad no sensorial fue la consecuencia del 
desarrollo de nuestro espíritu científico, el desarrollo del lenguaje 
articulado fue a su vez la consecuencia de la necesidad de transmitir 
las imágenes y los conceptos generados en aquella realidad paralela”.
La religión constituye un estado 
psicológico intermedio entre el desarrollo del espíritu científico y la 
aparición del lenguaje articulado en el ser humano.
Algo debió acontecer en el desarrollo psicológico de los homínidos para inducirlos a iniciarse en la consciencia transcendente.
Tal acontecimiento pudiera haber 
adquirido sustancia en el espíritu científico que comenzó a 
desarrollarse en un tiempo insondable en la mente homínida, el cual 
habría actuado como factor determinante que motivaría el surgimiento del
 pensamiento religioso en las generaciones de homínidos que aún habrían 
de venir.
La forma en que la ciencia habría 
incidido en la aparición de conceptos que se correspondían con 
realidades que iban más allá de las percibidas por los sentidos 
naturales, podría haber estado en la relación causa-efecto que se 
derivaría de la práctica científica.
Los homínidos que primero desarrollaron 
la ciencia de forjar la piedra podían quizás cazar algún animal 
eventualmente, pero no eran cazadores organizados, sino que subsistían 
gracias a la recolección de vegetales y a la carroña obtenida de 
animales muertos. Para facilitar esta última práctica podrían haber 
acabado ayudándose de instrumentos de piedra.
Estos instrumentos habrían requerido de 
un trabajo previo de acondicionamiento a fin de capacitarlos para 
desgarrar la carne de las piezas carroñeadas. Golpeando una piedra 
contra otra obtenían lascas cortantes que sustituían a la acción directa
 de sus dientes sobre el cuerpo del animal que se disponían a devorar.
La acción continua de trabajar de este 
modo la piedra iría desarrollando en el homínido la facultad imaginativa
 que le permitía visualizar la piedra en bruto ya transformada en el 
instrumento que luego utilizaría para hacer más fácil su vida diaria.
Sostenía entre sus manos la piedra en 
estado natural, y ahora la imaginaba transformada en el instrumento 
cortante que acabaría forjando.
Esta actividad cerebral que se 
desarrollaba de manera continua y sistemática, iría acumulándose en su 
memoria y acabaría formando parte sustancial de su organigrama genético.
 La capacidad científica se transmitiría así de generación en 
generación, incidiendo de manera ineludible en el potencial imaginativo 
que habría de caracterizar a las futuras comunidades de homínidos en 
proceso de humanización.
La capacidad para proyectar imágenes transfiguradas como consecuencia de su actividad científica, pudo haber dado 
origen a la recreación mental de un universo meta sensible, surgido del esfuerzo intelectual que suponía el diseñar mentalmente los instrumentos de piedra a fin de hacerlos útiles para sus necesidades de subsistencia.
origen a la recreación mental de un universo meta sensible, surgido del esfuerzo intelectual que suponía el diseñar mentalmente los instrumentos de piedra a fin de hacerlos útiles para sus necesidades de subsistencia.
Este esfuerzo intelectual sistematizado 
en el seno de los clanes de homínidos por necesidad, y transmitido por 
la memoria colectiva durante incontables generaciones, pudo haber sido 
el responsable de que la naturaleza hubiese acabado siendo derivada 
hacia un universo inmaterial.
¿Cómo pudo haber acontecido a nivel 
psicológico el paso que llevó de concebir únicamente una realidad 
física, a concebir también otra realidad paralela no perceptible por los
 sentidos naturales?.
Como el desarrollo cerebral solo permite
 extrapolar conceptos a partir de lo conocido, pudo haber sido la 
realidad imaginaria que mediaba entre la piedra en estado natural y la 
de su estado ya forjada por el trabajo de la mano homínida, de la que 
surgieron los conceptos de espíritus.
El trabajo de forjar la piedra es 
metódico. El científico que lo realiza ha acumulado un conocimiento 
inmemorial que le permite imaginar como va a quedar la piedra después de
 trabajarla para adaptarla a sus necesidades. Su cerebro derecho se 
potencia de tal manera que sus visualizaciones dejan de limitarse a las 
de las piedras que sostiene entre sus manos, y comienzan estas entonces a
 extenderse a otras realidades de su mundo natural.
Las visualizaciones inciden a su vez en provocarle un estado de perplejidad que le impelen a buscar respuestas.
El miedo que genera sus visualizaciones 
es entonces una consecuencia de su sumergimiento en la creencia 
transcendente, y no la causa de esta.
El deseo de paliar su angustia le hace 
buscar referentes en la naturaleza que le sirvan como arquetipo para 
derivarla, y encontrar la forma apaciguar el influjo negativo de esas 
fuerzas intangibles y desconocidas que con su propia mente ha recreado a
 consecuencia de su actividad científica.
Con su cerebro izquierdo indagó en la naturaleza circundante, y fijó entonces su atención en los cielos, donde en el interminable ciclo que suponía la alternancia de luz y obscuridad encontró la réplica a los impulsos de su cerebro derecho que le hacían concebir un universo bipolar.
Combinando sonidos y movimientos articulaba las relaciones sociales a las que le impulsaba su instinto gregario, más de tal manera no podía sino expresar conceptos e ideas extraídos de la naturaleza perceptible.
Su cerebro le permitía 
transmitir la realidad perceptible a través de aquellos métodos de 
comunicación, pero estos se revelaban insuficientes para transmitir 
ideas procedentes del mundo imperceptible por los sentidos naturales.
El hemisferio cerebral derecho que 
desarrollaba su imaginación y le sumergía en la consciencia 
transcendente, forzó a su ver el desarrollo fisiológico del hemisferio 
cerebral izquierdo, ante la necesidad de transmitir las nuevas 
conceptualizaciones originadas en el imaginario universo inmaterial.
De tal manera se desarrollaron y 
ampliaron las diversas gamas de sonidos que brotaban de su garganta, 
proceso que incidiría en el desarrollo anatómico cerebral capacitándolo 
para comunicarse con un lenguaje articulado, y así poder transmitir y 
cohesionar al grupo ante la emergente realidad cognitiva.
Dotado del lenguaje articulado, se fue capacitando su cerebro para razonar con un pensamiento cada vez más elaborado
La evolución del cerebro humano ha sido 
el resultado de un desarrollo pendular entre los hemisferios, puesto que
 el desarrollo del uno incidía en el del otro.
Si nuestro despertar a la consciencia de
 una realidad no sensorial fue la consecuencia del desarrolo de nuestro 
espirítu científico, el desarrollo del lenguaje articulado fue a su vez 
la consecuencia de la necesidad de transmitir las imágenes y los 
conceptos generados en aquella realidad paralela.
El fundamento del pensamiento religioso es por tanto de naturaleza intelectual.

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