"La Pluralidad es Nuestra Carta de Presentación"

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Nada se parece más al pensamiento mítico que la ideología política. Levi Strauss


martes, 18 de octubre de 2011

Diario de la Palestina otomana


Diario de la Palestina otomana

Se acaba de presentar una nueva obra de Salim Tamari. Nacido en Haifa en 1945, ciudad que abandonó con su familia tres años después, es director del Institute for Jerusalem Studies(una rama del Institute for Palestine Studies), y reputado profesor de sociología en la Birzeit University de Palestina. Se trata de una figura muy respetada, hasta el punto de que participó en la Conferencia celebrada en Madrid en 1991. Asimismo, sus obras no son menos conocidas. En el último año, por ejemplo, ha contribuido en dos volúmenes relevantes. Por un lado, participando en Across the Wall: Narratives of Israeli-Palestinian History, editado por Ilan Pappé y Jamil Hilal; por otro, prologando A Young Palestinian’s Diary, 1941-1945: The Life of Sami ‘Amr. Quizá  esa última obra le llevara a analizar ese tipo de documentos, que es lo que hace ejemplarmente en el nuevo volumen dado a la imprenta:  Year of the Locust. A Soldier’s Diary and the Erasure of Palestine’s Ottoman Past (University of California Press, 2011). Esta editorial nos ofrece un extracto, que aquí reproducimos:
Los diarios de soldados, especialmente los de la Primera Guerra Mundial, han sido un constante recordatorio de los horrores de la guerra. Un amplio muestrario de tales memorias nos ha llegado de las filas de las fuerzas aliadas, especialmente de británicos, franceses, estadounidenses y soldados de Anzac, así como del otro lado, de soldados austriacos y alemanes. Mucho menos material tenemos disponible del lado otomano, en particular de las provincias sirias. Este libro analiza la Gran Guerra desde la perspectiva de tres soldados rasos que lucharon en el bando otomano, tal como se expresa en el diario recién descubierto del soldado Turjman Ihsan y el diario del teniente Aref  Shehadeh, ambos de Jerusalén, así como en el diario ya publicado del turco de Mehmet (Muhammad) Faqih de Mersin.




Exploran dos importantes maneras en el modo en que la Gran Guerra impactó en el Imperio Otomano. En primer lugar, se examina cómo la experiencia de la guerra transformó la conciencia y las condiciones de vida de la gente del Oriente árabe (Siria otomana), un cambio que los historiadores describen a veces como el inicio de la modernidad árabe. En segundo lugar, se centra en lo que Falih Rifki, el ensayista y modernistotomano, llamó -con el beneficio de la retrospectiva-  el “problema turco” en Siria, a saber: la incapacidad de la reforma constitucional otomana para crear un dominio multiétnico en la que Siria (incluida Palestina ) se convertiría en parte integral del imperio. El momento crucial para tales transformaciones fue el breve pero crucial período de seis años entre la revolución constitucional de 1908, con su proyecto de un estado representantivo y multiétnico, y el colapso de este proyecto bajo el régimen dictatorial de Jamal Pasha.
Aunue los acontecimientos mencionados en el diario, en la segunda parte de este libro, se centran en la ciudad de Jerusalén y muestran el impacto de la guerra sobre la población urbana, también tuvo un impacto significativo en la región en su conjunto. Ha de recordarse que Jerusalén  fue el centro administrativo y político de una gran provincia del Imperio Otomano, el Mutasarflik de Al Quds al Sharif, que comprendía más de la mitad de lo que se convirtió en el Mandato de Palestina. Su ashraf  y sus notables fueron una élite crítica con una gran influencia en la política otomana de Estambul, así como en Jaffa, Hebrón y otros centros regionales. La devastación padecida por la ciudad durante la guerra -la escasez de alimentos, la deportación, la enfermedad y la depauperización-  se repitió por la región en diversos grados. La ciudad fue el crisol en el que primero se experimentó la descomposición del sistema normativo, y la posterior rotura con el pasado otomano de la región; a partir de ahí, el desorden envolvió al resto del país.
El héroe de nuestra historia es Ihsan Hasan Turjman (1893-1917), un soldado del cuartel general otomano en Jerusalén. Su vida fue corta y sin incidentes, desempeñándose como empleado en el Manzil (intendencia) y un tiempo breve como soldado de infantería en Nablús y Hebrón, pero sus observaciones sobre el impacto de los acontecimientos militares en su relación con su ciudad y su nación no tienen parangón. La fuerza de los diarios de guerra radica en su exposición de la textura de la vida cotidiana, siempre enterrada en la retórica política del discurso nacionalista, y en su restauración de un mundo que ha estado oculto por la denigración posterior del otomano pasado -la vida comunitaria de los callejones, barrios olvidados, acalorados debates políticos que proyectaban posibilidades que ya no existen, así como las voces de los actores callejeros silenciados por las memorias de la elite: soldados, vendedores ambulantes, prostitutas y vagabundos. Para el tercer año de la guerra, los diarios de esos soldados rasos reflejan una búsqueda desesperada de la normalidad en la vida diaria -una normalidad que se experimentó en la Palestina Otomana de preguerra, pero que parecía que les iba faltar a sus ciudadanos durante los siguientes cien años.
La Gran Guerra produjo una ruptura radical con el pasado otomano en todo el Oriente árabe, no sólo en cuanto al régimen constituciuonal establecido,  sino también en el sistema de gobierno, la administración local y las políticas de identidad. En la memoria popular de los campesinos y de gente de la ciudad, 1915 fue el año de la langosta ( ‘ am al Jarad ). Incluso cuatro generaciones después, la invasión de langostas sigue evocando la memoria combinada de desastres naturales y devastación de la guerra provocada por el hombre. Estos eventos borraron cuatro siglos de un rico y complejo patrimonio otomano en el que coincidían las narrativas populares de la guerra y la ideología nacionalista. Simultáneamente aparecio una reescritura anti-otomana de la historia , y de forma igualmente abrupta, tanto en la parte turca (con el pretexto de la modernización del Estado y de hacerlo geográficamente manejable) como en del lado árabe (en los prolongados anales de la historiografía nacionalista). Ese borrado reemplazó cuatro siglos de paz relativa y actividad dinámica, los de la época otomana, por lo que se conoce en el discurso árabe como “los días de los turcos”: cuatro miserables años de tiranía simbolizados por la dictadura militar de Ahmad Jamal Pasha en Siria, seferberlek (reclutamiento forzoso y exilio)  y la ejecución colectiva de los patriotas árabes la plaza Burj de Beirut el 15 de agosto de 1916.
Este libro trata de la naturaleza totalizante y transformadora de la Gran Guerra. La guerra fue totalizante, no sólo en la forma en la que moldeó el trabajo y los hábitos de vida de los soldados, sino también por su impacto en la vida cotidiana de la población civil, creando una atmósfera de pánico constante e incertidumbre y alterrando los patrones de comportamiento cotidiano. Esta ansiedad a menudo tomó la forma de una persistente preocupación por la comida, la ropa  y la disponibilidad de productos básicos, como el queroseno y el tabaco, así como el temor a las acciones arbitrarias del ejército (detención, traslado de poblaciones y reclutamiento de las personas mayores conforme avanzaba la guerra ). Este período también vio la primera censura sistemática de la prensa y del correo privado de las personas.
En un proceso relacionado, la Gran Guerra tuvo efectos transformadores sobre las normas sociales. En ausencia de hombres adultos en el hogar -que o bien eran reclutados o perecían en el frente-, muchas familias sufrieron la pobreza extrema, el hambre y las enfermedades. La gente se vió obligada a tomar medidas drásticas que socavaron el comportamiento normativo tradicional. La mendicidad, el robo y la prostitución se convirtieron en fenómenos cotidianos en las calles de Jerusalén. En última instancia, la guerra ayudó a redefinir la naturaleza del Estado y su relación con sus súbditos. En Palestina, la guerra fue un hito que separó al país de sus extensiones de Siria y trajó el dominio colonial británico, creando nuevas fronteras, una nueva ciudadanía y nuevas formas de la conciencia nacional.

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