"La Pluralidad es Nuestra Carta de Presentación"

La Pluralidad es Nuestra Carta de Presentación
Nada se parece más al pensamiento mítico que la ideología política. Levi Strauss


jueves, 17 de noviembre de 2011

Identidades 2.0, Relaciones 2.0

Identidades 2.0


El desarrollo y ampliación de las Tecnologías de la Información y el Conocimiento (TIC) modifica las condiciones psíquicas de las personas, las formas de comunicación interpersonal, los medios para lograr objetivos de placer o displacer, así como los procesos mentales para conocer linealmente, incluso mediante la alteración de los rasgos que conforman la identidad del individuo.


En 1967, Marshall McLuhan describió acertadamente el impacto que puede tener una nueva tecnología sobre una sociedad determinada: “Todos los medios nos vapulean minuciosamente. Son tan penetrantes en sus consecuencias personales, políticas, económicas, estéticas, psicológicas, morales, éticas y sociales, que no deja parte alguna de nuestra persona intacta, inalterada, sin modificar”.


A partir de la teoría freudiana del psicoanálisis se podría analizar la tecnología Internet y sus innovaciones 2.0 (blogs, redes sociales, wikis, etcétera) que permite al usuario la creación de contenidos, herramientas que parecen convertir la pantalla en una ventana de pulsiones y deseos que se manifiestan por diversos motivos a pesar de instancias conscientes que pretenden enjuiciar o moralizar las actitudes. Las filias y fobias se presentan en Internet en múltiples formas y diseños que todos los días son descargados, compartidos, transmitidos o borrados por los internautas.



¿La red transforma la psicología de los cibernautas? ¿Hasta qué punto la libertad que ofrece la nueva tecnología permite que el inconsciente manifieste sus carencias, necesidades, anhelos, caprichos, ambiciones, intereses, ansias y apetitos? Internet y sus implicaciones aún son un objetivo de estudio en construcción; sin embargo, análisis empíricos y etnografía virtual permiten tener algunos indicadores generales para inferir cómo la comunicación a distancia varía la forma en la que los seres humanos nos comportamos.


La libertad es sin duda el principal valor de Internet. Gracias a la libertad, los habitantes de la “Galaxia electrónica” o la “Nube”, como le llaman en Silicon Valley, tienen la posibilidad de desdoblar su “yo” interno, pero también desprenden a lo largo de la supercarretera de la información parte de su identidad, de las represiones de la infancia, de los temores de la adolescencia, de las angustias de la juventud y de las experiencias pasadas, satisfactorias o desagradables.


Los muros del “estado” en Facebook o indicar que un aspecto virtual “me gusta”, las fotografías de las últimas vacaciones compartidas en Flick y los comentarios públicos que se hacen en Twitter, pueden llegar a ser una forma de representación de la identidad de los usuarios y otorgarles un determinado margen de libertad dependiendo de las necesidades internas y las propias mediaciones del individuo.


La comunicación que ahora pueden realizar los usuarios en la red convierten la tecnología en una vitrina hacia la vida privada. Esta posibilidad ha derivado a nivel público en escándalos provenientes de esferas políticas, económicas o mediáticas, y en algunos casos propiciados por la propia red. Aunque los escándalos como formas culturales no son nuevas porque han existido durante siglos, en la actualidad han dejado de ser acontecimientos locales que estallan fuera de los contextos de interacciones cara a cara –implicando a individuos que se conocen mutuamente– para ser provocados de modos diversos, y hasta cierto punto, por las formas de comunicación mediática.1




El caso de Matt Drudge, creador y director del digital Drudge Report, a través del cual el 17 de enero de 1998 dio a conocer la noticia del affaire entre el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton y la antigua becaria de la Casa Blanca, Monica Lewinsky.2 A pesar de que la revista Newsweek contaba con información sobre el romance del presidente, por ética periodística no la publicó, pero Drudge sí lo hizo; simplemente se basó en el rumor para desatar un escándalo sexual de características globales.3 La doble moral y el romance oculto pasaron del secreto a la revelación pública en la red.


Identidad irreal


Existen determinados elementos en Internet que permiten a cada usuario crear su propia personalidad. La anulación de la comunicación no verbal es lo que hace diferente esta comunicación mediatizada de la comunicación “face to face”. En la red, las identidades se construyen a partir de la comprensión racional y pueden derivar en afectos o cambios secundarios no controlados por la conciencia, sino por impulsos no conscientes.


En la prehistoria de la WWW, las primeras páginas electrónicas contenían solamente texto, se asemejaban a un sistema que ha perdurado a lo largo de los últimos siglos como herramienta de conocimiento: el libro.


Los portales digitales de 1993 sólo contenían fotografías en blanco y negro, aunque paulatinamente fueron mejorados los sistemas hasta añadir el color. Parecía que la nueva tecnología se asemejaba más a los medios tradicionales en su verticalidad, pero todo cambió cuando el usuario pudo construir sus propios contenidos horizontalmente. Internet pasó de ser un medio “frío” para convertirse en un medio “cálido” y más amigable. Esta calidez tuvo un auge con la llegada de los primeros blogs a finales de la década de los 90 del siglo pasado.


Las bitácoras (Ver etcétera 126) fueron uno de los primeros sistemas de comunicación personal que dio la posibilidad al usuario de escribir lo que pensaba sobre política, economía, arte o cultura, de “colocar” imágenes de navidad o de los sitios en los cuales había estado presente el último verano. La identidad del navegante comenzó a tomar una forma cálida hacia el resto de la Galaxia Internet.


En el desarrollo de la identidad menos “fría” se añadieron nuevos elementos, como los emoticons: interpretaciones faciales de los estados de ánimo de los usuarios, generalmente representados por letras, puntos y figuras. Dichas imágenes si bien tienen sus orígenes en el siglo XIX, fueron empleados por primera vez dentro de la computación en 1982, cuando Scott Fahlman utilizó signos textuales para representar un rostro.4


En las salas de charla, como el “mensajero” de Windows, comenzaron a utilizarse los emoticons para sustituir las expresiones físicas del internauta. Dicha herramienta pretendía convertir al medio en un canal menos tecnológico y “más humano”; sin embargo, este sistema no sustituye de ninguna forma la comunicación no verbal.


La Web 2.0 y su exponencial desarrollo a partir de 2004 permitió mejoras para dar una identidad más completa a los internautas. Ahora los habitantes de la red podían colocar sus fotografías, retocar las imágenes de ellos mismos, modificar imperfecciones mediante algún software de diseño e incluso crear una falsa “personalidad”. Las redes sociales actuales son un claro ejemplo del desdoble de identidad, de una personalidad digitalizada que puede manifestar su forma de pensar, sus creencias, hábitos, gustos y costumbres como lo hace en la vida diaria, pero puede ir más allá de sus propios límites y desinhibirse ante las fobias y filias que operan internamente, lejos de la conciencia.

En uno de los primeros estudios psicológicos sobre Internet, Patricia Wallace5 describe cómo la red puede generar la “impresión” de personalidad del usuario hacia los otros por tal motivo, la identidad que proyectan los cibernautas desempeñan cada vez un papel más importante a medida que los usuarios se basan más en Internet que en la vida real para tener comunicación con otras personas.


Para el intérprete del “otro”, del que está detrás de la pantalla, el conocimiento del “otro” se aleja de la realidad concreta; si bien la realidad aún no es objetiva y permanece como una discusión filosófica, la virtualidad conlleva una carga aún más subjetiva. En palabras de Reg Whitaker: “Las personas pueden vivir vidas paralelas en las que inventan su propia imagen o representación para la red (on-line), se reinventan a sí mismos en otro mundo paralelo que puede, o no, coincidir con el mundo real”.6


Un ejemplo que registré en forma empírica fue el caso de una persona joven que trabajaba como intendente en una escuela secundaria localizada en un estado del norte de México. Por las tardes limpiaba el salón de computación después de que terminaba la última clase, y por algún motivo, comenzó a utilizar el equipo; se conectó a Internet, aprendió a navegar, creó un perfil en una red social y abrió una cuenta en Hotmail. En la web conoció a una mujer soltera de Argentina, con quien comenzó como amigo y luego de varias semanas se convirtieron en cibernovios. Después de dos años de relación, el intendente tomó sus ahorros y decidió ir a Buenos Aires, donde conoció a su amor “virtual”. La relación terminó ese día, su novia le había mentido: la fotografía de su perfil había sido tomada diez años antes. La virtualidad se alejó más de la realidad y la realidad concreta como tal no correspondía con la idealización que había construido.


Es un hecho que las personas que conviven en el ciberespacio han llegado a cambiar parte de las ideas que tienen de sí mismas y de los otros, como nuevas formas de expresión a partir de nuevas tecnologías que alcanzan modificaciones en la conciencia humana.7 Los avances técnicos parecen no tener límites, y las formas de vida en red buscan nuevos espacios de fertilidad en la comunicación mediante dispositivos cerebrales, en juegos tridimensionales o en la robotización de la vida misma.


La comunicación inalámbrica y la miniaturización tecnológica dan la posibilidad para que la identidad del usuario se extienda a través de antenas de recepción y llegue hasta otros usuarios sin ningún tipo de frontera. La sociedad red parece transitar de los dispositivos de almacenamiento fijo a dispositivos móviles: la comunicación perpetua es una realidad a través de la telefonía móvil. La 3G o 4G de móviles incluyen más aspectos para la personalización digital del usuario como la localización8, el intercambio de contenidos por Internet y la captura de imágenes fijas o en movimiento para su posterior distribución en la comunidad digital.


Filias digitales


Si bien los miedos y deseos tienen una proyección corpórea en el individuo y forman parte de su identidad, el mismo sistema que sirve de resorte para su manifestación también alcanza a dejar huellas a lo largo de la comunicación interpersonal que mantiene por las nuevas tecnologías.


Un histérico o una persona con doble personalidad puede reflejar sus estados de ánimo en la red a través de palabras, mensajes por celular y fotografías. Lo mismo ocurre con patrones socioculturales establecidos: el macho colocará en un blog comentarios que hagan inferiores a las mujeres, mientras que la feminista atacará por correo electrónico a los hombres exigiendo igualdad, de tal forma sucederá con el político que desprenderá sus intereses personales e ideológicos para convencer a la comunidad virtual de que es honesto y que trabaja por el bien de la comunidad.




En la red existe todo tipo de manifestaciones personales, incluyendo las filias, que actualmente inundan las páginas web, las redes sociales, los servidores de alojamiento de archivos y los sistemas para compartir videos como YouTube.


Entre las filias que circulan por Internet se encuentran agonofilias, agalmatofilias, anastimafilias, andromimetofilias, autagonistofilias, catafilias, chismofilias, cliptoscopofilias, crurofilias, cronofilias, efebofilias, exofilias, falofilias, gerontofilias, ginemimetofilias, homofilias, jactitafilias, microfilias, morfofilias, narratofilias, pedofilias y zoofilias.


Otros desórdenes parafílicos –donde la fuente de placer sexual no existe en la copulación sino en un elemento externo como podría ser un objeto u otra persona– se pueden encontrar en videos “caseros”, que muestran la atracción por ser visto por otras personas durante el acto sexual o en el impulso de una persona madura hacia un adolescente varón joven. Entre algunas parafilias que aparecen en la red destacan: amokoscisia, blastolagnia, candalagnia, ecdiosis, glafolagnia, lectolagnia, microgenitalismo, omolagnia, retifismo y vampirismo.


Tal vez las parafilias más conocidas en Internet son el voyeurismo, el masoquismo y el sadismo. El voyeurismo se basa principalmente en la excitación que presenta una persona por ver en forma clandestina tener un acto sexual a otras personas. La manifestación clásica del voyeurismo es el pornógrafo que consume contenidos, que si bien en un momento nacieron de los medios impresos, la literatura, la fotografía y el cine, hoy en día su principal canal de expansión es Internet.


La pornografía no sólo es un canal de desahogo de filias, también es una gran industria. Tan sólo en el reciente año, 12% de las páginas que existen en Internet tiene contenidos pornográficos, lo cual representa más de 24 millones 644 mil sitios electrónicos. Las estadísticas indican que cada segundo más de 28 mil internautas ven fotografías, descargan videos o comparten imágenes porno, en tanto uno de cada tres voyeuristas en el mundo es mujer, mientras que 20% de los varones admitió ver obscenidades desde sus centros de trabajo.9


Datos del año reciente establecen que 70% de los cibernautas llega a visitar al menos una vez al mes una web porno, al día se envían 2.5 billones de correos electrónicos con contenidos lujuriosos y 35% de las descargas diarias que se realizan de Internet están vinculadas a la industria sexual. En cuanto a las exploraciones, se registran al día 68 millones de búsquedas porno, de lascuales 116 mil están ligadas a la pornografía infantil.


Relaciones 2.0


En las relaciones cara a cara, la comunicación afectiva se interpreta a partir del lenguaje hablado y corporal, pero en la nueva “era digital” las relaciones interpersonales inician a partir de los conceptos, las ideas y las palabras.10 Las funciones afectivas en la red pueden terminar en fantasías, en relaciones de amistad, amorosas o sexuales debido a determinados factores:


  • a) El anonimato estimula la desinhibición social y la red permite así las relaciones entre extraños con más facilidad que en las discotecas o bares, donde la mirada o la voz pueden flaquear.
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  • b) La comunicación escrita permite limar las aristas más chocantes o peligrosas de sus discrepancias y facilita idealizar al otro y allanar el camino para una relación.
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  • c) La relación a través de la tecnología puede llevar a la construcción de fantasías eróticas: el sexo está en la cabeza.
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  • d) Factores externos que afectan a las personas y a las parejas contemporáneas como la soledad o una relación patológica con un tercero, pueden excitar las fantasías de liberación en personas con una vida sexual insatisfecha.
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  • e) La red puede favorecer a una mayor franqueza comunicativa, o por el contrario, a una ocultación de defectos propios, a una simulación ventajosa.
  • En el mundo de las relaciones 2.0, el cariño, la ternura, la adoración, el afecto y la pasión no se salvan a los efectos que generan las nuevas formas de comunicación. Tal es el caso de la fidelidad, en la era de la información para las parejas tiene los mismos riesgos que en la vida real, pero con una diferencia tecnológica: hay gran cantidad de herramientas para llevar una doble relación a distancia sin que el otro se de cuenta.


Existen incluso páginas electrónicas especializadas en propiciar encuentros infieles como es Romance Secreto (www.romancesecreto.com), la agencia Ashley Madison (www.ashleymadison.com), Gleeden “encuentros extraconyugales” (www.gleeden.com), Second Love (www.secondlove.com.mx) o Victoria Milan (www.victoriamilan.com).


Actualmente la Web 2.0 otorga más posibilidad a los usuarios para poner en práctica la infidelidad virtual que en algunos casos ha terminado en divorcios y escándalos: según un estudio publicado a principios de 2011 por CyberPsychology and Behaviour Journal11, 95% de los usuarios en Facebook buscaron a alguna ex pareja, ocasionando en algunos casos reencuentros amorosos y rupturas sentimentales.


Casos registrados del uso de las redes para practicar la infidelidad se presentan todos los días, como la relación entre un profesor casado y una de sus estudiantes, quienes durante más de tres años mantuvieron un romance secreto gracias al correo electrónico; el flirteo sexual entre una mujer casada y un compañero de trabajo más joven que ella a través de Facebook y el teléfono móvil, o la relación amorosa entre una productora de televisión y su asistente, ambos casados, pero unidos sentimentalmente por el cordón umbilical de Internet.


Estas posibilidades de comunicación a “escondidas”, también reproducen en la red estereotipos tradicionales. Un ejemplo empírico es el modelo de “Don Juan”; es el caso de un joven adicto a la tecnología y a la música electro, con cerca de 3 mil contactos en las redes sociales, de los cuales 90% son mujeres. Este Casanova del siglo XXI emplea parte del día y de su trabajo a la “caza” de mujeres atractivas, les envía “toques”, “caritas sonrientes”, “solicitudes de amistad” y se presenta con fotografías retocadas o tomadas con ángulos favorables. El individuo se define como poliamoroso, utiliza gustos “intelectuales” en filosofía y música para llamar la atención de las féminas. Sin duda es el hombre “ideal” del mundo aparente.


Por otro lado, el teléfono móvil es tal vez una de las herramientas más utilizadas en la actualidad para la construcción de relaciones humanas y sentimentales. El que las personas hablen o envíen mensajes a través de estos aparatos en espacios públicos no hace su actividad pública, pues esto “ya es parte de la estética global de las nuevas formas de visibilidad y comunicación; sin embargo, los asuntos que tratan son de orden estrictamente personal, familiar o laboral”12, y eso le imprime a la comunicación digital un rasgo local.


La telefonía inalámbrica tiende a favorecer las relaciones sentimentales entre las personas, con la única diferencia de que anula la tactilidad al mismo tiempo y fomenta la imaginación. Las relaciones afectivas mediante el celular tienden a solidificarse mediante llamadas, pero principalmente por la escritura de mensajes SMS (Short Message Service); tal como el romántico del siglo XVIII enviaba cartas escritas a mano a su amante, ahora la misma cultura de la escritura utiliza las redes móviles como vías de comunicación.


Esta nueva forma de vínculo emotivo entre amigos íntimos, amantes o parejas furtivas, tiende a mejorar la comunicación, el “interés” por el otro, a “desnudar el alma” y a contarse los “secretos” más íntimos por medio del teclado, por la sencilla razón de que una relación sentimental a través de la tecnología no impone casi ninguna obligación a cualquiera de las partes y extiende los “sueños”, la “felicidad” y el “cariño” que ambas partes se tienen.

De acuerdo con un sondeo de las revistas Shape yMen’s Fitness publicado en agosto de 2011, en el que fueron entrevistados mil 200 mujeres y hombres, se descubrió que el uso del smartphone y las computadoras móviles facilitan las relaciones sexuales. La encuesta señala que los mensajes de texto son la forma más común a través de la cual los amantes se mantienen en constante comunicación: los hombres envían 39% de mensajes más a menudo de lo que llaman por teléfono, mientras que las mujeres emplean los mensajes 150% más que los hombres.


Cada vez la naturaleza y la construcción del “yo” de las personas parece alejarse del “conocimiento local”, de la realidad inmediata, al poder “acceder a formas de información y comunicación que proceden de fuentes alejadas y que quedan a su disposición a través de amplias redes de la comunicación mediática.13 El teléfono móvil, las redes sociales y todos los mecanismos de comunicación por Internet acercan virtualmente a los usuarios interesados en temas comunes, pero los alejan de su contexto inmediato, al basar la comunicación en contenidos e identidades que no corresponden a una realidad concreta.


Las identidades 2.0 se precipitan desde la vida real hacia una vida aparente, dominada por los intereses que cada internauta persigue: placer, displacer, dolor, angustia, odio, amor, infidelidad, comunicación, etcétera. Las identidades de los habitantes de la red no representan la realidad, sino pequeños fragmentos de lo que cada usuario pretende ser ante los ojos de la comunidad. Las filias, fobias y las relaciones afectivas, deben ser comprendidas en la actualidad a partir de los cambios que genera la tecnología en los sistemas emocionales de cada cibernauta. En la red el mensaje es primero mental, antes que emocional.
 

Notas

1 Thompson, John B. El escándalo político. Editorial Paidós. Barcelona 2001. P. 55.

2 Pavlik, John V. El periodismo y los nuevos medios de comunicación. Editorial Paidós. Barcelona 2005. P. 157.

3 Para mayor información consular el sitio de Matt Drudge: http://drudgereport.com/

4 El texto de Scott Fahlman puede consultarse en el sitio http://www.cs.cmu.edu/~sef/Orig-Smiley.htm

5 Wallace, Patricia. La psicología de Internet. Editorial Paidós. Barcelona 2001, p. 31-32.

6 Whitaker, Reg. El fin de la privacidad. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1999.

7 Foster, Mark. The Mode of Information: Postructuralism and Social Context. Chicago, University of Chicago Press, 1990.

8 Goggin, Gerard. Cell Phone Culture: Mobile Technology In Everyday Life. Routledge. New York 2006, p. 187.

9 Cifras calculadas por Online MBA (www.onlinemba.com)

10 Gubern, Román. El eros electrónico. Editorial Taurus. México 2000. P. 141-149.

11 Para mayor información consultar el sitio: http://www.liebertpub.com

12 Winocur, Rosalía. Robinson Crusoe ya tiene celular. Siglo XXI Editores. México 2010, p. 47.

13 Thompson, John B. Los media y la modernidad. Editorial Paidós. Buenos Aíres 1998. P. 269.

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